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Taller de ‘J’ormación Estudiantil Raíces

Literatura Social Latinoamericana

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Sección de publicaciones Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Primera edición, 2007

El pasar del tiempo determina en la memoria de los hombres imágenes y acontecimientos, que son almacenados como recuerdos. Nuestro cerebro es considerado una de las creaciones más extraordinarias de la naturaleza y en esta majestuosidad hay espacio para todo, aunque al parecer de los expertos no utilicemos sino un porcentaje muy pequeño del mismo, toda nuestra vida la rige, controla y registra este órgano de nuestro cuerpo. Cómo la controla, cómo la rige, no es del interés en el momento, pero sí como la registra, y este registro lo hace como la más fiel y precisa de las cámaras fotográficas o videograbadoras, ya que almacena no solamente imagen fija sino en movimiento, además de los sonidos, y superándola con creces registra los olores, maneja intuiciones, duda, pregunta, sospecha, y todo lo tenemos registrado en nuestro banco de datos llamado memoria, que la hay tanto individual como colectiva, y hay quienes acuden a este en su quehacer cotidiano para mejorar su vida, para no repetir errores, y para engrandecer valores.

Y hay también quienes dicen no necesitar de la memoria, sino por el contrario y como está de moda, vivir el día, el momento y el instante. El pasado, pasado está, el presente es lo que importa y el futuro donde está? Somos o son generación de no futuro, como lo diría Victor Gaviria con su «Rodrigo D.», y como queda demostrado si te niegas y te niegan el pasado, también te niegas y te niegan el futuro. Llegamos al final de la historia, nos dice Fukuyama y cual mandato divino, o mejor, del todopoderoso Tío Sam, todos obedecemos, desde la izquierda a la derecha, desde el centro a los extremos; poetas, físicos, matemáticos, políticos, filósofos, sociólogos…, todos lo creemos y muy pocos lo dudan. Quienes imparten esta idea, que más que simple idea es pura ideología, frotan sus manos de alegría. Qué tan fácil les ha resultado convencer al mundo de que no hay futuro más que el suyo, es decir, el mundo de los McDonald’s y la Coca Cola, el mundo de las mentiras impartidas por los <<<mass media», el mundo de las multinacionales del hambre y de la muerte.

Nos han convencido y nos hemos convencido, no hay memoria, no hay historia. En este orden no vivimos, morimos, vivimos porque nos tocó vivir, por eso vivimos de cualquier modo, nos conformamos, no luchamos ni pensamos y creemos que vivimos porque nacimos, lo hacemos no por nosotros sino para los otros y no para todos los otros sino para los otros que nos ordenan producir, producir y producir. Y así, de verdad qué hacer? Hay que luchar, resistir y construir, luchar de mil maneras, resistir para existir y construir para avanzar y en este quehacer, la memoria, es decir nuestra historia, es un herramienta fundamental, por eso nos la quieren ocultar y destruir, y nuestra obligación es develar y construir nuestra verdadera historia, que está en las raíces de nuestros pueblos, en los pobres de este mundo, en la América amerindia, en la Colombia campesina, en los barrios, los colegios, las escuelas, en la calle…, en nuestros niños, mujeres, hombres y ancianos.

«El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos>> dice la canción, aunque hay quienes también dicen que más que viejos nos volvemos sabios, es decir poseedores de saber, pues nos volvemos cúmulos de memoria individual y colectiva, virtud que en la racionalidad occidental capitalista, está olvidada por la eficiencia y eficacia productiva, aunque por fortuna aún perviven en nuestros ancestros y algunas comunidades indígenas quienes reconocen en los viejos (sabios) no un estorbo inútil que no nos deja avanzar y progresar, sino un valioso aliado que nos permite construir en colectivo aprovechan- do la experiencia de cada uno de estos sabios.

Es por esto, que sabiamente hemos aprendido que la memoria está hecha por el hombre y para el hombre, y hay hombres que dejan para los pueblos, ejemplos de vida imborrables, hombres producto de la memoria y de la lucha de los pueblos, hombres comprometidos que han reflejado en su conducta y en sus obras esta memoria colectiva, que la trasmiten al mundo y a la historia.

En este orden del tiempo y la memoria recordamos la obra, el compromiso y la lucha de cuatro grandes de la literatura social latinoamericana, en las efemérides que este año, 2004, les ha significado, el centenario del nacimiento para Luis Vidales, Alejo Carpentier y Pablo Neruda, eternos militantes de la causa de los pobres, y el Cronopio mayor, Julio Cortázar, quien cumpliría 90 años de nacido y 20 años de fallecido.

Patricia Sanabria – Javier Díaz